La contaminación de la cuenca Matanza Riachuelo es para la Camara Empresaria de Medio Ambiente uno de los principales temas que la preocupa y en los que ha trabajado para su mejora los últimos 25 años. En esta fecha queremos recordar que el 8 de julio es el Día de la Acción Ambiental por la Cuenca Matanza-Riachuelo. En la misma fecha del año 2008, la Corte Suprema de Justicia de la Nación dictó el fallo “Mendoza” ordenando a la Nación, a la Provincia de Buenos Aires y a la Ciudad de Buenos Aires a sanear la cuenca Matanza Riachuelo y el resultado fue la promulgación de la Ley 4162.
El río Matanza-Riachuelo es un curso de agua de 64 km al este de Argentina, que nace en la Provincia de Buenos Aires, constituye el límite sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y desemboca en el Río de la Plata. En la cuenca de 2240 km² viven alrededor de 3 500 000 personas y comprende parte de la Ciudad de Buenos Aires y de 12 municipios de la Provincia de Buenos Aires. En resumen, los altos niveles de contaminación afectan la calidad de vida de todas estas personas, pero son responsables quienes no controlan y aquellos que no cumplen con la normativa ambiental vigente.
Para la Cámara hay un derecho fundamental, el derecho humano al acceso al agua y a vivir en un medio ambiente saludable. Esto nos obliga, como cohabitantes de la tierra, a encontrar la manera de compatibilizar el desarrollo industrial con el cuidado de nuestros recursos naturales, especialmente el primordial, que es el agua.
Durante esta pandemia COVID-19 que azota a todo el planeta observamos que, tan pronto detenemos los aportes contaminantes al medio ambiente, las fuerzas naturales tienden a restablecer un equilibrio saludable. La reaparición de peces en ríos contaminados, y animales y aves en espacios que habían abandonado, nos demuestra que si adoptamos conductas apropiadas y los poderes políticos se comprometen y obligan al cumplimiento de las normas en lo referente a calidad de los vuelcos y protección del aire que respiramos, podríamos en pocos años recuperar los cursos de agua que hoy están contaminados y cumplir con sus imprescindibles funciones.
Aunque no es ésta problemática la única sobre la que deberemos recapacitar y modificar nuestros hábitos de vida, resulta un buen momento para proponernos, gobernantes y gobernados, empresarios y la comunidad toda, asumir el compromiso de acompañar, con conductas apropiadas, la restauración del equilibrio ambiental perdido. Las tecnologías adecuadas están a nuestro alcance para la protección del recurso hídrico.
La presente y las futuras generaciones nos agradecerán esta decisión, y posiblemente otros flagelos, tanto o más dañinos que el Covid-19 que nos conmueve, podrán ser evitados.
Las modernas tecnologías permiten generar un cambio favorable mejorando la calidad de las aguas de este curso de agua y en consecuencia la mejora de la calidad de vida de sus habitantes.
